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miércoles, 8 de junio de 2011

PASADO, PRESENTE, FUTURO

Dicen que en el 2012 llegará el fin del mundo (creo que para después de Nochebuena) y aquí estamos… habrá quien lo crea, quien no y a quien, realmente, le traiga al pairo si se acaba el mundo o no. Si se tiene que acabar… supongo que yo, personalmente, no podré hacer nada al respecto. En una de esas tontas aplicaciones de Facebook (que, reconozco, a veces hago por aburrimiento) me predecían que yo sobreviviría. ¿En un mundo apocalíptico a lo “The road”? ¿En algún reducto salvado de la catástrofe al modo “Perdidos”? Si tengo que elegir, que sea en una isla a lo Lost y que haya un Sawyer a mano. Por pedir, que no quede. El no ya lo tengo.

El tiempo en tus manos
El caso es que, juicios finales y Apocalipsis aparte, vivimos tan poco centrados en el presente que, algunas veces, desconcierta. Arrastramos el lastre del pasado que, en ocasiones, no nos ha servido de gran cosa como experiencia (ya se sabe, el ser humano tropieza siempre en la misma piedra y no dos veces… no, que dos son pocas… todas las que haga falta). Nos preocupa el futuro, a corto, medio y largo plazo. En ocasiones, vivimos pendientes de un acontecimiento que va a ocurrir (o que queremos que ocurra) y nos olvidamos de disfrutar el presente. Yo, la primera. Condicionamos nuestro humor presente a un evento futuro, especialmente las personas que tendemos a una cierta impaciencia. Eso de “lo quiero y lo quiero ¡ya!” no es tan raro. No sé si porque vivimos en una sociedad en la que todo va a velocidades descocadas. O porque una es así y punto.

Si el pasado nos lastra, el futuro nos condiciona y el pobre presente la pasa canutas, salvo en ocasiones importantes, para hacerse un hueco en nuestros corazoncitos. Sólo nos preocupamos por él cuando algo que ocurre desearíamos que no terminase nunca. Porque nos sentimos felices, contentos, plenos… lo que sea que nos sintamos pero no queremos que ese momento pase de largo, nos gustaría eternizarlo. Lo malo es que el tiempo –y siento desilusionaros- no espera a nadie ni hace excepciones (bueno, sí, con Georgie Dan). El va a su paso (el tiempo, Georgie Dan también), marcado por el segundero del reloj o por el diminuto granito de arena, y haciendo que nuestro tiempo por estos pagos vaya acortándose, nos guste o no.

El tiempo, medido con un reloj, es algo matemático, inalterable. Una hora son sesenta minutos, un minuto sesenta segundos… Podemos calcular cuánto tardará un tren, viajando a 60 kms. hora en ir desde una estación a otra (salvo que sea un tren de cercanías… entonces los cálculos siempre son un misterio). Pero cuando esperamos que llegue alguien, que alguien nos llame, que nos den una buena noticia, o una de mala… cuando el tiempo nos condiciona para saber algo, recibir algo o dar algo, entonces, no tiene medida. Porque el tiempo también es subjetivo. El tiempo no sólo es una dimensión más de nuestra vida… es prácticamente un determinante de humores, alegrías, tristezas, esperanzas, sueños. Cuando eres feliz, el tiempo pasa en una exhalación. Cuando lo pasas mal… es más lento que una tortuga. Si esperamos la llegada de alguien, consultamos el reloj y nos parece que las agujas del mismo apenas avanzan. Si estamos pasando un rato agradable, nos sorprende que sea tan tarde… ¿cómo ha podido pasar el tiempo tan rápido?

El tiempo, sea como sea, es inmutable e inalterable. Hemos fantaseado con crear un artefacto o un sistema que nos permita viajar a través del tiempo y el espacio. Visitar el pasado y cambiar lo que hicimos mal… viajar al futuro y ver qué ocurrirá. H.G. Wells envió a un científico (Guy Pierce o Rod Taylor, como máximos exponentes) al futuro, con los Eloi y los Morlocks. Marty McFly (Michael J. Fox) viajó en ambas direcciones en el volante de un coche a 140 kms. hora. Taylor (Charlton Heston) se pegó un palizón de viajar hibernado (y sin poder fumar) para terminar llegando a casa unos cuantos miles de años después y descubrir que los roles habían cambiado (no sé que hubiera pensado Darwin de todo esto). Phil (Bill Murray) quedó atrapado en el tiempo y disfrutó –o no- del día de la marmota hasta la saciedad. Los fantasmas de las Navidades mostraron el pasado, el presente y el futuro a Mr. Scrooge. La lista de libros y películas que se han ocupado de viajar en el tiempo es muy larga. 

¿Que es una (h)oreja? Sesenta minutejos. ¿Y una (h)orilla? Sesenta minutillos. Pues eso… ¿Qué será, será? El tiempo te lo dirá… 


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Un poco ñoñi, pero... que será sera.

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