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jueves, 17 de febrero de 2011

PATRONES DE NORMALIDAD

La ciencia ficción, aunque mucha gente no lo crea, puede reflexionar sobre muchos ámbitos de nuestra vida cotidiana. No todo son espadas láser, puertas de Tanhausen y naves espaciales. Que va. Hay historias que se sumergen más allá de la fantasía futurista y hablan de cosas tan mundanas como la soledad, el amor, el odio, las relaciones entre personas…  Ursula K. Le Guin es un exponente de lo que se denomina literatura de ciencia ficción social. “Los desposeídos” o “La mano izquierda de la oscuridad” son obras que no sólo hablan de planetas lejanos o de complejas tecnologías, en el fondo hablan del ser humano y de sus debilidades, defectos y, por supuesto, virtudes.

El otro día vimos en vídeo “Soy leyenda”, la versión protagonizada por Will Smith. Me cogió el gusanillo de releer la novela de Richard Matheson y, en un plis plas, la había terminado. Y me gustó tanto o más como la primera vez. La película, lo reconozco, es entretenida y comercial. Pero la novela va mucho más allá de la simple historia de superviviente –y su perro- que lucha en un mundo poblado por monstruos. Matheson nos habla de la soledad y de las consecuencias de esta en el ser humano. ¿Cómo se debe sentir alguien cuando durante meses –e incluso años- no tiene otro ser humano al que hablarle? Incluso un perro puede ser un regalo caído del cielo. ¿Y cómo nos comportaremos con otros seres humanos después de pasar un tiempo tan extenso solos? ¿Acabaremos sintiéndonos insociables? ¿Perderemos las capacidades de relación que aprendemos en sociedad?

Uno de los temas que me han parecido más interesantes es el de la normalidad. ¿Qué es ser normal? El ser humano tiene unos patrones, más o menos amplios según los individuos, por los que consideramos a algo o a alguien normal, o no. Pero esos patrones no se basan en el individuo sino en la colectividad. Algo o alguien es normal cuando cumple un/unos patron/es que se repiten en una mayoría de individuos. Así, por ejemplo, tener el cabello verde (no hablo de teñírselo, si no, pongamos de nacer con el pelo verde) sería una anormalidad en un mundo donde la gente sigue un patrón de colores “establecidos” concreto. Quizá, en este ejemplo, más que de anormalidad podríamos hablar de peculiaridad, pero el individuo del pelo verde sería diferente. Pero ¿y una persona pelirroja -por ejemplo- en un mundo de peliverdes? Para nosotros está dentro de los cánones normales pero ¿para los peliverdes?

En el mundo que recrea Richard Matheson, la sociedad que conocemos ya no existe. Un bacilo ha convertido en una especie de vampiros a la mayoría. El caso es que, probablemente, Robert Neville –el protagonista-, es el único hombre "normal" vivo que queda (*). Si la mayoría de seres “humanos” que viven en la Tierra son vampiros… ¿Es Neville el normal o lo son ellos? ¿Quiénes son mayoría? Por eso, Neville, siendo único en su especie, es el extraño, el raro, el diferente… y de ahí el título de la novela. Pasa de ser un humano más a convertirse en una leyenda. 

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(*) Hay otra versión de la novela llevada al cine y protagonizada por Charlton Heston que, si no es una gran película de ciencia ficción (como por ejemplo “Soylent Green”) resulta curiosa de ver. Heston está en su salsa. Esta vez no se dedica a fumar puritos mientras se prepara para hibernar y salir al espacio como en “El planeta de los simios” (de eso ya hablé en otro blog anterior y es un detalle interesante ahora que tenemos la ley anti-tabaco). Pero, de alguna forma, sus personajes tienen ciertas características propias, inalienables del mismo Heston. Yo me lo pasé bomba viendo “El último hombre vivo”.
Os dejo con Heston y su versión de la historia de Matheson:


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